30 AÑOS DESPUES DE LA CATASTROFE DE CHERNOBYL Y EL CIERRE NUCLEAR.

 

El 26 de abril de 1986 el reactor nº 4 de la central nuclear de Chernóbil (Ucrania ) explotó reenviando a la atmosfera cantidades enormes de radioelementos cuya nube llegó hasta la costa mediterránea de Cataluña. Era solo el inicio de una catástrofe que aún hoy sigue ocultando su verdadera dimensión en vidas humanas, Una central considerada “tan segura que incluso se podría haber construido en plena plaza roja de Moscú.” como es leía en los eslóganes del régimen soviético.

Su construcción se inició en 1972, siendo la central más potente del mundo construida entonces. Eran los años en que también comenzaban a construirse la central de Almaraz, Ascó y Cofrentes, cinco reactores con grandes defectos de seguridad y todavía autorizados a funcionar. La propaganda en esos años era tanto de un lado como de otro de euforia y progreso infinito, así como de electricidad casi gratuita y segura. El régimen franquista se apuntaba al uso civil de lo nuclear aunque secretamente su intención era militar. En el régimen soviético, Chernóbil, con cuatro reactores, se vendía como la “ciudad del futuro”.

Y efectivamente el futuro llegó: así fue como 600.000 personas recibieron dosis de radiación por los trabajos de descontaminación, que terminaron con el aislamiento del reactor con un sarcófago de hormigón armado para prevenir el escape adicional de radiación. La explosión en Chernóbil expulsó sustancias radiactivas hasta la altitud de 1,5 kilómetros. A esta altitud, los vientos del sureste arrastraron la nube radiactiva a lugares tan lejanos como Escandinavia. La nube voló sobre Escandinavia y luego regresó a Ucrania de nuevo. Durante el día del accidente, la dirección del viento cambió hacia el oeste. La segunda nube contaminada por tanto voló a través de Polonia hasta Checoslovaquia y después a Austria. Allí, rebotó en los Alpes y voló de regreso a Polonia. Llegó hasta las costas catalanas en el mediterráneo. Por lo que conocemos hoy en día, no hay lugar en el mundo donde las nubes radiactivas de Chernóbil no estuvieron presentes. Las nubes contaminadas volaron por todo el mundo.

Por esto el número de muertes todavía es una incógnita, ocultándose resultados epidemiológicos realizados con posterioridad. Por ejemplo un estudio en la isla de Córcega presentado en 2013 señalaba aumento en enfermedades de tiroides provenientes de la nube radiactiva a su paso por la isla.

Un aviso que sirvió entonces para que las multinacionales del sector y la propia Agencia internacional de la Energía verdadero emporio mundial de intereses económicos y políticos en el uranio, despreciaran las consecuencias de tal catastrófico accidente. Hasta que llegó Fukushima, un nuevo y refinado Chernóbil todavía latente y mortífero también a nivel mundial que supone ya el fin definitivo para una industria que en manos de países
Pero esta industria que con Harrisburg sufrió el primer parón y desde entonces no ha sido capaz de convencer de su seguridad al ritmo que hubieran deseado, así cuenta con tan solo el 13% de electricidad (el 7% como energía primaria) cuando las cifras lo situarían en un 70% a día de hoy de haberse cumplido sus pronósticos. Es evidente que a los países nuclearizados como Francia, Japón, Rusia Y Corea, solo les queda competir entre sí para intentar engañar donde puedan con la venta de unos reactores que ya han demostrado sus deficiencias tecnológicas y su mortífero legado en forma de residuos radiactivos.
Una industria que ha vivido en base al engaño, la ocultación y la falta de transparencia incluso tecnológica, que ya no puede incluso venderse como la más barata ni en producción ni en costes financieros de construcción, y por supuesto en seguridad, y gestión de residuos.

Una industria que pone en peligro la vida humana y biológica, ya sean trabajadores del as minerías de uranio todavía abiertas en el mundo, como la de aquellos que preparan el mineral, lo transportan, limpian y gestionan los residuos. En todo los lugares donde hay centrales nucleares cada vez hay más trabajadores que ya no pueden ir a las recargas a causa de los límites de exposición radiactiva cada vez mas exigentes.
Por ultimo una industria que todavía se atreve a que Japón acoja en 2020 unos juegos olímpicos en plena situación apocalíptica en la zona de Fukushima y alrededores.
Una industria que en España sigue insistiendo en el benéfico diario de cada una de sus centrales abiertas mientras el gobierno les dé cobertura.

Por todas estas razones desde el Foro Extremeño Antinuclear (FEAN) y a nivel peninsular desde el Movimiento Ibérico Antinuclear (MIA), tanto desde Portugal como desde España, la sociedad civil exigimos el cierre de todas las nucleares españolas con fecha limite la última autorización para su funcionamiento….Si mientras tanto alguna sorpresa nueva no llega de manera tozuda a decirnos una vez más, que seguir produciendo residuos radiactivos y más inseguridad cotidiana no tiene sentido desde el momento que las renovables y el ahorro energético es una realidad en nuestra península. Para el FEAN, esta es la política energética y de empleo que un país responsable de la vida y la salud de sus ciudadanos demanda por vía democrática.

Foro Extremeño Antinuclear (FEAN)

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